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PREVENCIÓN



La sensibilización de la sociedad debe ir dirigida hacia una cultura de rechazo hacia las drogas, y de forma especial, hacia el consumo de cannabis y de cocaína.

En el imaginario colectivo y de forma especial entre los más jóvenes, se tiene que fomentar la asociación entre el consumo de drogas y el fracaso en la vida, contraponiéndolo a la creencia errónea que identifica consumo de drogas con éxito social.

Los jóvenes deben empezar a tomar conciencia de que el consumo de drogas como el cannabis y la cocaína, tanto esporádico como habitual, puede conducirles al fracaso en todos los órdenes de la vida (fracaso afectivo, laboral, intelectual, social, etc...)

Existe un falso mito extendido entre los más jóvenes, que hay que romper, de que el consumo de sustancias psicoactivas con fines recreativos convierte a los consumidores en personas con mayor capacidad de relación y estima social.

La percepción del riesgo.

La caída del riesgo percibido entre los más jóvenes ha sido especialmente intensa en el caso del cannabis. De hecho, entre la población escolar de 14-18 años la proporción de los que pensaban que el consumo esporádico de esta droga podía producir muchos o bastantes problemas ha pasado de un 54% en 1994, a un 33,8% en 2004. También ha disminuido el riesgo percibido ante el consumo habitual cannabis pasando de 85,3% a 76,1%.

Entre los consumidores de sustancias psicoactivas está extendido el fenómeno del policonsumo, es decir el consumo de varias drogas mezcladas, simultáneamente, o de forma consecutiva. Como ejemplo, basta destacar que la mayoría de las personas que habían consumido cocaína en los últimos 12 meses habían consumido también en el mismo período alcohol (95,2%), tabaco (89,2%) o cánnabis (79,3%), y una proporción considerable anfetaminas (41,6%), éxtasis (39,7%) o alucinógenos (21,7%).

Incrementar la percepción del riesgo que conlleva el consumo de drogas en general, insistiendo en los riesgos de la mezcla (policonsumo) de distintas sustancias psicoactivas ( alcohol, tabaco, cannabis, cocaína y éxtasis), cuyos efectos perjudiciales se incrementan cuando se toman de forma combinada. El descenso en la percepción del riesgo social asociado al consumo de drogas es especialmente notable en el caso del cannabis, y en menor medida en el consumo esporádico de cocaína.


Informar y educar, postura clave para prevenir el consumo de drogas entre los jóvenes.

No se pretende un intento arbitrario de convencer sobre la necesidad de adoptar un estilo de vida impuesto desde arriba, o desde fuera. Se pretende el fortalecimiento de los vínculos familiares y la clarificación de la postura familiar en relación al consumo de drogas.

La adopción de una serie de medidas pueden mejorar el clima familiar, y generalizarse a otros entornos como la escuela debiendo perdurar en el tiempo, y constituyen la clave para prevenir el consumo de drogas entre los jóvenes:
  • Impulsar una cultura del ocio sin utilización de drogas dirigida a los adolescentes y jóvenes. Los jóvenes deben ser los protagonistas de ese ocio en todos los sentidos.
  • Informar y educar a los ciudadanos, especialmente niños y jóvenes, para que desarrollen estilos de vida positivos, saludables y autónomos.
  • Prevenir el consumo de sustancias psicoactivas entre los jóvenes y concienciar sobre el impacto que tienen en la salud el cannabis y la cocaína, solos o en combinación con otras drogas, aún cuando estos consumos se realicen de forma esporádica.
  • Una imagen positiva de los jóvenes en los contenidos dirigidos a ese colectivo podría ser más eficaz que los mensajes negativos o moralizantes o excesivamente relacionados con la prohibición de los consumos.
  • Trasmitir la importancia del diálogo con los hijos mediante el que se formulen críticas constructivas, no dejándose arrastrar por la ira y la rabia, no acogerse a la “prohibición”, sino a la información, y la inculcación de actitudes saludables frente a las drogas.
  • Supervisar la conducta de los hijos en un clima de buena relación, provocando la decisión compartida por ambos, hijos y padres, en la toma de postura ante las drogodependencias. Compartir, decidir y hacer las cosas juntos.
  • Fortalecer el papel social de los profesores y educadores.
  • Modificar los factores de riesgo y de protección del entorno familiar, para prevenir el abuso de drogas en los preadolescentes mediante la mejora de las habilidades educativas de los padres, comunicación, establecimiento de normas y supervisión de la conducta.
    • Factores de riesgo:
      • Falta de supervisión de la conducta de los hijos
      • Escasa definición y comunicación de normas y expectativas de conducta para los hijos
      • Pautas de disciplina inconsistentes o muy severas
      • Debilidad de los vínculos afectivos entre padres e hijos
      • Pobreza en la comunicación y la interacción padres-hijos
      • Presencia de conflicto familiar
      • Actitudes y conductas familiares favorables al consumo de drogas
    • Otros factores de riesgo que pueden mitigar los padres:
      • Asociación con amigos o compañeros consumidores
      • Iniciación temprana en el consumo de sustancias
      • Bajo grado de compromiso con la escuela
    • Factores de protección familiar:
      • Los padres juegan el papel de mediadores de la conducta de los hijos, y tienen que participar e implicarse activamente.



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